Comentario
Con este nombre se conocía una iglesia antiquísima, inmediata a la cluniacense de Sahagún, alabada por su fábrica de piedra y bóvedas, sobre columnas llenas de molduras, que indican mucha antigüedad. Desapareció como todo el famoso monasterio, tras la desamortización eclesiástica, pero es lógico atribuirle un conjunto de capiteles dispersos por Santiago y Santa Cruz de Sahagún, San Pedro de Dueñas, y los Museos de Palencia y León. En los documentos de la fundación medieval se indica que existía allí una basílica antigua arruinada, consagrada a los santos Facundo y Primitivo, cuya advocación se mantuvo; de San Facundo vienen Sanfagund y Sahagún, según se rastrea en los documentos.
Aparte de varios fustes de mármol y algún cimacio, los restos más apreciables de la iglesia primitiva son los capiteles; el de San Pedro de Dueñas es de tipo visigodo, con hojas lisas y caulículos con volutas iguales; hay varios de hojas de acanto rizado y picudo, con hojas muy grandes en las esquinas para soportar pequeñas volutas, según el modelo de los de Santa María de Lebeña; destaca el grupo utilizado como pila de agua bendita en la iglesia de Sahagún, casi tan voluminosos como los de Hornija y de calidad semejante, y otro del Museo de León, con tres filas de hojas, caulículos bien desarrollados y unas esquematizaciones de ángulos paralelos entre las volutas, que son bien conocidas en capiteles visigodos de Andalucía.
Aunque pueden considerarse pobres estos vestigios para la gran iglesia en que estuvieron colocados, su conservación demuestra que las piezas de primera calidad sobreviven a sus ruinas y se reutilizan habitualmente, por lo que la falta de capiteles leoneses en las grandes edificaciones monacales del siglo X y en las construcciones palatinas de León, no puede achacarse a una pérdida generalizada, sino a que son propios de un número limitado de iglesias visigodas, y sólo se han mantenido en los monasterios mozárabes, a veces pobres y sin importancia, que las sucedieron.